lunes, 15 de febrero de 2010

Cambiando de día

Mientras fuera llovía a cántaros, estuve llorando varias horas en mi piso. Bueno, eso hasta que me cansé. Me levanté de un salto y me metí en mi cuarto. Abrí el armario de par en par y agarré todas las perchas que me cabían en las manos. Después me fui directamente al cuarto de baño. Tiré el montón de ropa en el interior de la bañera. Apreté el play. Me miré frente al espejo. Pude verme echa un desastre, con el pelo alborotado, el pijama arrugado y los ojos como melocotones.

Simplemente decidí cambiar de día. Cerré los ojos y dejé que el volumen de la música subiera. Cuando quise darme cuenta había perdido el control. Bailé saltando por todo el baño mientras me desnudaba. Me volví a mirar cuando sólo me quedaban las braguitas. «Esto está mejorando», pensé. Me fui hasta el montón y comenzé a probarme toda mi ropa. «Me gusta, no me gusta, me gusta, no me gusta, ME GUSTA…». Y seguí. «Le quiero, no le quiero, le quiero, NO LE QUIERO». Saqué mi alisador de pelo y el tocador. Y poco a poco me fui poniendo guapa.

Paré la música. Bajé la escaleras y salí a la calle. La lluvia había cesado y se había quedado un día la mar de agradable.

miércoles, 27 de enero de 2010

La fille de la zapaterie


No quedaban de mi número. No era grave. Ella me preguntó por los zapatos que compré la última vez. Al parecer me recordaba. Me sorprendió, apenas me acordé de su cara. Le comenté lo bien que me iba con ellos. Salía de la tienda y me volví, pero poco más.