viernes, 30 de noviembre de 2007

¡Fin! VS ¿Fin?

¿Con qué ojos se mira una catástrofe? ¿Qué se puede hacer antes de que todo se vaya al traste? Saltar, salten muchachos, porque hoy toca desalojo vitalicio. No vuelvan a pisar esta tierra, arrastren sus pertenencias lejos de aquí.

¡Preparaos para vigilar! ¡No habrá un lugar seguro en esta ciudad! ¿Por qué? Porque seremos cientos, caray, seremos cientos por cada uno de los vuestros.


Y todo esto… ¡sin salir de casa! ¿alguien da más?

lunes, 23 de julio de 2007

Episodio 1: Shújov movement


Origen: Alguna ciudad del Atlántico.
Destino: Moscow (Rusia)


Ana: En ese cartel ponía Casa de las Chuches a 200 metros.

Hombrecillo Rana Lucas: Mire señorita, lo único que puedo decirle es que por aquí está trazada la nueva vía que conecta Azahar Este con el Centro de Tratamiento de Dátiles.

Ana: Bueno, ¿pero es que no puede ayudarme?

Hombrecillo Rana Lucas: Yo aquí soy un mandado sabe. Cumplo órdenes directas de la oficina del ayuntamiento.

Ana: ¿Y qué hago?

Hombrecillo Rana Lucas: ¡Y qué hago! ¡Y qué hago! No lo sé señorita, pero le agradecería que no me hiciera perder más el tiempo ¡eh! Gracias.

Ana: Pero, pero…

Hombrecillo Rana Lucas: ¡Nene! ¡Dale al botón!

Ana: Pero…

Hombrecillo Rana Lucas: ¡A ver! Joder, qué inepto. ¡Déjalo, que ya voy yo a darle!


¡¡Ah!! Joder, sólo era un sueño. Oye, que sueño. Debo tener un trauma de pequeña o algo por el estilo. ¿Será cosa de los antihistamínicos? Barajo la posibilidad de que un ser de un universo paralelo ha entrado en mi subconsciente para avisarme del suceso trascendental que alterará el orden del planeta tal y como lo conocemos. Es posible que lo haga a través de estos mensajes encriptados. La verdad es que si alguien está jugando con lo que tengo dentro de la quijotera se ha pasado de la ralla. Vale que meta cosas raras en mis sueños, hasta ahí tendré que aguantarme, pero no me hace ni puta gracia que use mis recuerdos personales en sus delirantes historias. Y eso va por Lucas ¿Conocen a Lucas? Creo que aún no les hablé de él.


Lucas es un chico que conocí en la fiesta que dio una amiga en su piso hará unos cuatro meses. Al parecer mi amiga y él coincidieron en un proyecto profesional. A la empresa de mi amiga la llamó una productora de cine de animación para hacer un mediometraje hentai titulado ‘Shibu Sun Bed’. La peli trata de una chica bien avenida, Shibu, que se ve obligada a mantener relaciones sexuales con chicos (por supuesto ninguno de ellos es su novio, vamos, que ni se quieren ni nada) presionada por unos documentos que la incriminan en un asunto peliagudo cuanto menos: Traspaso de capitales a paraísos fiscales de la empresa para la que trabaja. Mi amiga era una de las guionistas y él formaba parte del grupo que se encargaba del diseño gráfico. Fue todo un éxito. Me lo presentó en la fiesta que organizó para celebrarlo, estuvimos hablando un rato, tomamos algo y si, me mola ese chico.


Pues eso, que Lucas con cuerpo de anfibio queda un poco ridículo, y a mí personalmente no me provoca un estado risueño. ¡Uy qué tarde! Subí las persianas y la habitación se inundó de un agradable color naranja. Me abalancé sobre la cafetera para preparar algo que me pusiese a tono. Volví al baño para realizar una ducha rápida, me cepillé los dientes y bajé a toda velocidad las escaleras para iniciar un nuevo día lectivo.


Llegué a la terminal y entré en la zona reservada al personal. Allí me cambié y recogí los datos técnicos del vuelo. Moscú, ese era el destino que me tocaba cubrir. También era mala leche, ya que había llegado el calorcito tenerte que ir a Rusia pero bueno, esto es curro y no vacaciones en el mar. Pasamos el reconocimiento de rutina a la lista de pasajeros y nos dispusimos a darles la bienvenida a la entrada del avión.


¿El viaje dices? Pues nada, que si el televisor está por aquí, que si la zona de aseo está por allá, que si para despegar deben colocarse bien los cinturones los cuales en estos instantes reposan bajo sus traseros, que si se incendia un motor y nos matamos pónganse antes el chaleco naranja para sobrellevar mejor el momento… En fin, todas esas mierdas que a una le obligan a decir.


Llegar y hacer noche en Moscú, así estaba el panorama. Moscú, la ciudad de los pámpanos y la pérdida de sentido del tacto. A mí el frío me desensibiliza.


Llegué al hotel, salude a la recepcionista. También podía haberla insultado de forma obscena, grotesca e incorrecta, y muy posiblemente no hubiera cambiado mucho la escena, aún así, hice consumo de la corrección que tan característica me hace parecer. Me apresuré al cuarto de baño a llenar la bañera. Una vez estuvo cercana a su límite de caudal, y teniendo en cuenta que cuando me introdujese el nivel ascendería otro tanto, cesé en el llenado. Saqué unas sales de mi bolsa de aseo, hice uso de ellas y me introduje en el candor de una rusa bañera. Creo que fue al ritmo del Forty Dollars de los Twilight Singers cuando cerré los ojos. Me imaginé mirando por la helada ventana de la habitación del hotel, con la Torre de Shújov a unos metros. Me imaginé acercándome a la Torre de Shújov, y colocándome justo en el centro, y mirar hacia arriba. Me imaginé subiendo hacia la copa. Me imaginé siendo enviada por ondas radiofónicas. Me imaginé aquí. Me imaginé allí.


Juro que en aquél momento no quería volver, lo juro por lo más sagrado.

domingo, 13 de mayo de 2007

Mal sonido, orden de vuelo


denator command: 'rutina_time

Hay minutos que duran un mundo. Hay mundos que se recorren en un minuto. Mi serie de minutos consecutiva apartada del mundanal ruido de los propulsores ha sido más que suficiente para realizar todo aquello que llevaba en mente pero irremediablemente escasa para sentirme completa. De buena gana hubiera aletargado unos días más el regreso, pero quizá si en mi mano estuviera pasaría la vida entera lejos de cualquier síntoma de orden.

Esta vez el despertador se me hizo sonar antes que de costumbre. La fuerza que una saca a tempranas horas de la mañana y con el alma semicompleta no se paga con un sueldo. Lo de la minifalda es ya otro tema. Bajo al bar y o pido café o me duermo. De nuevo estoy viva, con un café. Tengo el tiempo, pero no el ímpetu, ni de estar informada ni de ser engañada, es por eso que no recorro la calle para alcanzar el quiosco y comprar el periódico, y aparto de mi vista cualquier recopilación de papel reciclado de carácter gratuito.

La mañana no es fea, pero eso queda para el resto del mundo, mi mañana es distinta. Ya en los alrededores de mi núcleo de trabajo aparco y camino. Sigo las líneas pintadas sobre asfalto y acera, aunque el sentido de estas carece de sentido para mí, como casi todo lo que hasta ahora he visto en este día: conozco el camino de memoria.

Estaba claro que al menos hoy no iba a vivir entre aviones y monitores. Me dediqué entonces a observar detenidamente y por primera ver la imagen que día tras día he presenciado durante casi cuatro años ya. En aquellas salas existía el mayor contraste que puedas imaginar, porque mi lugar de trabajo es una pequeña muestra del global del mundo. Cualquier tipo de sensación que tu mente alcance la puedes ver en una mañana conmigo.

...

Dos personas. Dos chicos. Una maleta. Una mochila. Ambas dos propiedad de la misma persona. Probablemente un fin de semana que difícilmente olvidaran en su vida y probablemente un adiós con periodicidad bimensual, probablemente.

Dos personas. Un chico y una chica. Una maleta. Un bolso de mano. Ambos de la misma persona. Probablemente un viaje necesario. Probablemente una semana de llamadas noctámbulas. Probablemente el principio de un cambio en sus vidas. Probablemente para peor, probablemente.

Dos familias. Una de ellas cargada de maletas. Ambas con una sonrisa. Probablemente una semana para disfrutar los unos de los otros. Probablemente conversaciones añoradas durante la comida. Probablemente regalos para los pequeños, probablemente.

...

Por fuera ya estoy lista, todo está en su sitio. Conozco el camino, conozco la vestimenta, conozco el procedimiento, conozco a mis compañeros, conozco a mis viajeros...

Por dentro, bueno, no hay tiempo para eso.

viernes, 4 de mayo de 2007

decenas de veces


las 04:34 del 01.11.1999.
Ahí abajo: cualquier lugar del Atlántico.
Destino: cualquier cuidad del norte de América.

Por aquel entonces tendría unos 28. Recuerdo bien aquellos años. Hoy parece que fue ayer cuando conseguí la licencia de vuelo: recién casados, toda la vida por delante. ¿Cuántos vuelos habré tenido desde entonces? Siento como si cada hora de vuelo hubiera tergiversado un poco más mi realidad. Todo fue decaer desde entonces.

- Esta noche los motores del avión suenan más que de costumbre, es algo fuera de lo normal, pero he pasado por esto decenas de veces -

Sin duda desde entonces me han ocurrido cosas buenas, aunque no fantásticas -todo ha sido decaer lentamente-. Y es que este ritmo de vida no es compatible con apenas nada. Durante algunos años fui reacio a abandonar proyectos y alguna que otra ilusión. Hoy ya me hice a la idea.

- Esta noche el tiempo no acompaña, no pinta nada bien aunque esto me ha pasado decenas de veces-

Posiblemente hacerme piloto comercial sea lo peor que me haya podido ocurrir en la vida.
"¡no te quejarás del sueldazo que tienes, cabrón! Ya quisiera yo viajar como lo haces tú, tan pronto estás en Bombay como en Moscú". Cuando les recuerdo que gracias a esto perdí a mi mujer parecen arrepentirse de decir cosas así. Con ella fui feliz, hasta que todo comenzó a decaer lentamente.

- Desde la torre de control alguien me obliga a desviar el rumbo. Su voz no me inspira tranquilidad.. He pasado por esto decenas de veces-

De aquello hace ya 8 años. Ya intento no acordarme de todo lo perdido, aunque con piloto automático y tantas horas de vuelo a la semana uno acaba pensando sin querer... No es fácil pasar tantas noches fuera de casa y no ayuda el hecho de dormir en hoteles de 5 estrellas: por alguna razón las mujeres sienten una extraña atracción por los pilotos que duermen en hoteles de lujo. Un día confesé a Mercedes lo que ella ya sabía, era la excusa que buscaba para separarse de mí. Aquello fue lo que provocó mi caída cantada. Habíamos sido tan felices... (¿verdad, cariño?) tan felices...

- La nave se tambalea exageradamente. No es la primera vez, me ha ocurrido decenas de veces. Se acaba de oír una explosión y los controles indican que hemos perdido un motor-

Me asomo y veo cómo tres cuartas partes del ala izquierda han desaparecido. El altímetro comienza a emitir pitidos cada vez más frecuentemente (oigo a la gente gritar y el primer oficial pierde los nervios). Me sorprendo al descubrirme ahí, impasible. No hago nada. Perdemos altura demasiado rápido -decaemos- y los pitidos son tan continuos que ahora suenan en una única nota continua. De nuevo me sorprendo al descubrir en estos cuantos segundos de caida cada minuto de mi existencia. Como si llevase escuchando esa misma nota continua toda mi vida; como si esto me hubiera pasado ya, decenas de veces.


jueves, 3 de mayo de 2007

Smokingroom: Aviso médico

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