domingo, 13 de mayo de 2007

Mal sonido, orden de vuelo


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Hay minutos que duran un mundo. Hay mundos que se recorren en un minuto. Mi serie de minutos consecutiva apartada del mundanal ruido de los propulsores ha sido más que suficiente para realizar todo aquello que llevaba en mente pero irremediablemente escasa para sentirme completa. De buena gana hubiera aletargado unos días más el regreso, pero quizá si en mi mano estuviera pasaría la vida entera lejos de cualquier síntoma de orden.

Esta vez el despertador se me hizo sonar antes que de costumbre. La fuerza que una saca a tempranas horas de la mañana y con el alma semicompleta no se paga con un sueldo. Lo de la minifalda es ya otro tema. Bajo al bar y o pido café o me duermo. De nuevo estoy viva, con un café. Tengo el tiempo, pero no el ímpetu, ni de estar informada ni de ser engañada, es por eso que no recorro la calle para alcanzar el quiosco y comprar el periódico, y aparto de mi vista cualquier recopilación de papel reciclado de carácter gratuito.

La mañana no es fea, pero eso queda para el resto del mundo, mi mañana es distinta. Ya en los alrededores de mi núcleo de trabajo aparco y camino. Sigo las líneas pintadas sobre asfalto y acera, aunque el sentido de estas carece de sentido para mí, como casi todo lo que hasta ahora he visto en este día: conozco el camino de memoria.

Estaba claro que al menos hoy no iba a vivir entre aviones y monitores. Me dediqué entonces a observar detenidamente y por primera ver la imagen que día tras día he presenciado durante casi cuatro años ya. En aquellas salas existía el mayor contraste que puedas imaginar, porque mi lugar de trabajo es una pequeña muestra del global del mundo. Cualquier tipo de sensación que tu mente alcance la puedes ver en una mañana conmigo.

...

Dos personas. Dos chicos. Una maleta. Una mochila. Ambas dos propiedad de la misma persona. Probablemente un fin de semana que difícilmente olvidaran en su vida y probablemente un adiós con periodicidad bimensual, probablemente.

Dos personas. Un chico y una chica. Una maleta. Un bolso de mano. Ambos de la misma persona. Probablemente un viaje necesario. Probablemente una semana de llamadas noctámbulas. Probablemente el principio de un cambio en sus vidas. Probablemente para peor, probablemente.

Dos familias. Una de ellas cargada de maletas. Ambas con una sonrisa. Probablemente una semana para disfrutar los unos de los otros. Probablemente conversaciones añoradas durante la comida. Probablemente regalos para los pequeños, probablemente.

...

Por fuera ya estoy lista, todo está en su sitio. Conozco el camino, conozco la vestimenta, conozco el procedimiento, conozco a mis compañeros, conozco a mis viajeros...

Por dentro, bueno, no hay tiempo para eso.

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